„Tra­du­cir no es una ope­ra­ción mecá­ni­ca, sino un acto existencial“

El Premio de Traducción del Colegio de Traductores de Straelen ha recaído en su edición de 2022 en chileno Adan Kovacsics (1953) distinguiendo con esta mención su excepcional trayectoria profesional como traductor al español de importantes autores y autoras de la literatura austriaca y la húngara.

Entrevista:

El traductor Adan Kovacsics. Derechos de imagen: Adan Kovacsics

El Pre­mio de Tra­duc­ción de Strae­len (Ale­ma­nia) se otor­ga tan solo cada tres años a tra­duc­to­res de lite­ra­tu­ra en ale­mán hacia cual­quier otra len­gua. ¿Qué repre­sen­ta para ti ser galar­do­na­do en el exte­rior por Olga Gar­cía, Paul Ingen­daay y Belén San­ta­na López?

Una gran ale­gría y una gran sor­pre­sa, cla­ro. Me sien­to muy hon­ra­do, sobre todo vien­do los nom­bres de los miem­bros del jura­do, per­so­nas muy com­pe­ten­tes, cono­ce­do­ras del vas­to mun­do de la tra­duc­ción al espa­ñol. Y agra­de­ci­do a la Kuns­ts­tif­tung NRW, que pre­mia a un tra­duc­tor y, por tan­to, tam­bién a la traducción.

Tu tra­ba­jo como tra­duc­tor com­pren­de publi­ca­cio­nes entre el hún­ga­ro, el ale­mán, el fran­cés y el espa­ñol: ¿En qué momen­to te sen­tis­te pre­pa­ra­do para tra­ba­jar con todas estas lenguas?

Diría que hay dos ele­men­tos: por un lado, hay que asu­mir retos, tirar­se a la pis­ci­na. Por otro, apren­der con­ti­nua­men­te, sobre todo al prin­ci­pio, cla­ro está. Yo tuve la suer­te de con­tar con un gran maes­tro, Juan del Solar, que me guio y me ayu­dó en los pri­me­ros años. Hici­mos algu­nas tra­duc­cio­nes jun­tos y recuer­do cómo que­da­ban mis ver­sio­nes, lle­nas de tacha­du­ras, des­pués de que él las revi­sa­ra. Comen­tá­ba­mos mucho los pro­ble­mas de la tra­duc­ción del ale­mán. La tra­duc­ción es un ofi­cio que nece­si­ta apren­di­za­je y pasión. Sé que des­pués del desa­fío que supu­so tra­du­cir Los últi­mos días de la huma­ni­dad de Karl Kraus yo ya podía decir que era un tra­duc­tor. Entre otras cosas, por­que esa obra enor­me toca todas las teclas del len­gua­je y se lle­ga a los lími­tes de las posi­bi­li­da­des de la traducción

¿Cómo con­se­guis­te tu pri­mer pro­yec­to de traducción?

El pri­mer pro­yec­to de tra­duc­ción para una edi­to­rial fue Tro­feo de Maria­zell, el dia­rio de un pin­tor aus­tría­co del siglo XVII que Sig­mund Freud ana­li­za en un tex­to titu­la­do Una neu­ro­sis demo­nia­ca en el siglo XVII. La tra­duc­ción la hice con mi mujer, Cris­ti­na Gri­so­lía, que es poe­ta. La edi­to­rial se puso en con­tac­to con noso­tros para que le bus­cá­ra­mos el manus­cri­to en la Biblio­te­ca Nacio­nal de Vie­na y lue­go nos encar­gó la tra­duc­ción. Noso­tros aca­bá­ba­mos de lle­gar a España.

Nos cuen­tas que tu pri­mer pro­yec­to de tra­duc­ción para una edi­to­rial fue el dia­rio de un pin­tor aus­tría­co del siglo XVII que Sig­mund Freud. ¿Lle­gas­te a tra­ba­jar como tra­duc­tor por una boni­ta casua­li­dad o es algo que siem­pre habías que­ri­do hacer?

Muy al prin­ci­pio, cuan­do lle­gué a Espa­ña, empe­cé tra­du­cien­do toda cla­se de tex­tos, téc­ni­cos, lega­les, comer­cia­les. Y cuan­do me di cuen­ta de que mi futu­ro pro­fe­sio­nal esta­ba en la tra­duc­ción, ense­gui­da me pro­pu­se hacer­lo en el ámbi­to de la lite­ra­tu­ra, que era lo que me interesaba.

¿Y qué autores/as han mar­ca­do tu carrera? 

Kraus, Ker­tész, Kaf­ka, Krasz­nahor­kai, ¡todos ape­lli­dos que empie­zan con “k”! Los he tra­du­ci­do mucho y su obra está siem­pre pre­sen­te en mi pen­sa­mien­to. Recuer­do el momen­to en que cono­cí la obra de Karl Kraus, así como el momen­to en que cono­cí la de Ker­tész. Esos libros me bus­ca­ban y la for­ma que encon­tré de hacer­los míos fue la tra­duc­ción. Para mí, tra­du­cir no es una ope­ra­ción mecá­ni­ca, sino un acto existencial.

Nacis­te en Chi­le, pero lle­vas casi toda una vida en Euro­pa Occi­den­tal: ¿Cuál es tu rela­ción con la lite­ra­tu­ra chilena?

La voy siguien­do, aun­que de mane­ra un poco des­or­de­na­da. Leo a poe­tas, a Enri­que Lihn, a Raúl Zuri­ta, a Veró­ni­ca Zon­dek. Le ten­go par­ti­cu­lar apre­cio a la poe­sía de Jor­ge Polan­co Sali­nas, a la que me sien­to muy cercano.

¿Qué rol jue­ga tu espa­ñol chi­leno al momen­to de tra­du­cir para edi­to­ria­les espa­ño­las? ¿Sien­tes que vivir tan­tos años en Espa­ña ha acer­ca­do más tu for­ma de tra­du­cir al espa­ñol penin­su­lar o es inevi­ta­ble que tus tra­duc­cio­nes ten­gan mati­ces chilenos?

Soy un tra­duc­tor que ha tra­ba­ja­do fun­da­men­tal­men­te para edi­to­ria­les espa­ño­las, lo he hecho prác­ti­ca­men­te des­de mis comien­zos en la pro­fe­sión y, cla­ro, he teni­do que adap­tar­me al espa­ñol penin­su­lar. Por otra par­te, mi espa­ñol chi­leno se ha ido liman­do con el paso de los años, me mar­ché de Chi­le a los cator­ce años, viví otros cator­ce en Vie­na y lue­go en Espa­ña, todo eso influ­ye, como es lógi­co, en mi habla en la que, eso sí, algo que­da de lo chi­leno. Por otra par­te, esta­mos en el plano de la lite­ra­tu­ra. En Espa­ña se lee a Bor­ges y a Rul­fo, en Amé­ri­ca Lati­na a Valle-Inclán, a Valen­te. Hay algo que está muy por enci­ma de los ele­men­tos carac­te­rís­ti­cos del len­gua­je de cada país o cada región, los cua­les, eso sí, apor­tan rique­za a la lengua.

¿Qué tipo de autores/as u obras de la lite­ra­tu­ra ale­ma­na y aus­tría­ca gus­tan al públi­co his­pano y cuá­les crees que aún se deben traducir?

Se lee mucho a los clá­si­cos del siglo XX, a Tho­mas Mann, a Kaf­ka, a Tho­mas Bernhard y a otros, que han influi­do con­cre­ta­men­te en la lite­ra­tu­ra en len­gua espa­ño­la. Y por supues­to que­da mucho por tra­du­cir. Pien­so, por ejem­plo, en auto­res van­guar­dis­tas de los años cin­cuen­ta y sesen­ta del siglo pasado.

Si bien la tra­duc­ción de lite­ra­tu­ra ale­ma­na en Lati­noa­mé­ri­ca es poca, aún más des­co­no­ci­da es la lite­ra­tu­ra de Hun­gría. ¿Cuál sería un buen autor o auto­ra para acer­car­se a la lite­ra­tu­ra de este país y por qué? 

Mucha gen­te ha entra­do en la lite­ra­tu­ra hún­ga­ra a tra­vés de los libros de Sán­dor Márai (a quien, por cier­to, nun­ca he tra­du­ci­do). Pero depen­de mucho de los intere­ses, los gus­tos y las incli­na­cio­nes de cada cual. Sé de lec­to­res que están espe­ran­do ya la siguien­te tra­duc­ción de un libro de Krasz­nahor­kai, por ejem­plo, que tie­ne un impor­tan­te gru­po de segui­do­res en el mun­do de habla his­pa­na, como tam­bién en Esta­dos Uni­dos. Lo que quie­ro decir, en el fon­do, es que más que la lite­ra­tu­ra de un país, lo impor­tan­te son los auto­res. Cada uno es un mun­do, cada libro es un mun­do que con­cier­ne al públi­co lec­tor, que acti­va al lec­tor, que toca sus fibras. Libros y libros van con­fi­gu­ran­do el len­gua­je del alma. Y, ade­más, los libros se hablan entre ellos. 

Te deno­mi­nas “ein Mit­te­le­uro­päer, der auf Spa­nisch schreibt” (“un cen­tro­euro­peo que escri­be en espa­ñol”), ¿nos pue­des con­tar qué sig­ni­fi­ca esto para ti?

Fun­da­men­tal­men­te, lo que quie­ro recal­car con esa fra­se es cier­ta extra­te­rri­to­ria­li­dad que carac­te­ri­za a mi escri­tu­ra. Por otra par­te, hay que tener en cuen­ta que, pre­ci­sa­men­te a raíz de mis tra­duc­cio­nes, me he nutri­do mucho de auto­res cen­tro­euro­peos y que eso de algu­na mane­ra ha impreg­na­do mi pen­sa­mien­to y mi escri­tu­ra. Eso sí, en rela­ción con mi últi­mo libro Las leyes de la extran­je­ría, se ha seña­la­do tam­bién que algo debe a la lite­ra­tu­ra lati­no­ame­ri­ca­na. Ade­más, ¿no es en reali­dad todo escri­tor extra­te­rri­to­rial? ¿No escri­be todo escri­tor, en el fon­do, en una len­gua extran­je­ra? ¿No es el len­gua­je de la lite­ra­tu­ra otro len­gua­je? Por suerte.

¿Qué rela­ción ves entre tu tra­ba­jo cómo escri­tor y tu tra­ba­jo como traductor?

Escri­bir… tra­du­cir… Son tan­tos los escri­to­res que tra­du­cen, tan­tos los tra­duc­to­res que escri­ben. Escri­bir y tra­du­cir son vasos comu­ni­can­tes. Es inne­ga­ble tam­bién que exis­te en el escri­tor que tra­du­ce el deseo de dar a cono­cer una afi­ni­dad con una obra o con quien la creó. En mi caso es así, Karl Kraus o Imre Ker­tész, a quie­nes he tra­du­ci­do mucho, están muy pre­sen­tes en mi escri­tu­ra. Lue­go ten­go que decir tam­bién que lle­gué a la escri­tu­ra en cas­te­llano apren­dien­do los secre­tos de la len­gua a tra­vés del ofi­cio de tra­du­cir. Pero des­pués está el tiem­po… Si pudie­ra pac­tar con el diablo.

Inde­pen­dien­te­men­te de la len­gua, ¿exis­te algu­na obra o autor/a que te gus­ta­ría tra­du­cir?

Siem­pre he que­ri­do tra­du­cir a Jean Paul, me pare­ce un autor gran­dio­so, difí­cil, lleno de inven­ti­va, inago­ta­ble. Hace muchos años, toda­vía en el siglo pasa­do, pre­sen­té un pro­yec­to para tra­du­cir Sie­ben­käs, pero no cua­jó, y no creo que a estas altu­ras de mi vida vuel­va a ese pro­yec­to, pero sí podría inten­tar­lo, qui­zá con otra obra suya, más bre­ve. Me gus­ta­ría. A ver si encuen­tro el tiem­po nece­sa­rio para hacer­lo. Y al editor.

Adan Kovac­sics


Adan Kovac­sics nació en 1953 en San­tia­go de Chi­le como hijo de emi­gran­tes hún­ga­ros. De 1967 a 1980 en Vie­na, Aus­tria, ciu­dad don­de cul­mi­nó estu­dios en Filo­lo­gía Romá­ni­ca, Filo­lo­gía Ingle­sa y Filo­so­fía y se doc­to­ró en 1979.

Des­de 1980, Kovac­sics resi­de en Bar­ce­lo­na, Espa­ña, y se desem­pe­ña como tra­duc­tor al espa­ñol de lite­ra­tu­ra aus­tria­ca y hún­ga­ra. Del ale­mán, ha tra­du­ci­do obras de Goethe, Grill­par­zer, Arthur Sch­nitz­ler, Karl Kraus, Franz Kaf­ka, Peter Alten­berg, Ste­fan Zweig, Inge­borg Bach­mann, Ilse Aichin­ger y Gert Jon­ke, entre otros; y del hún­ga­ro, obras de Imre Ker­tész, Péter Esterházy, Lász­ló Krasz­nahor­kai y Lász­ló Föl­dén­yi.

Por su gran labor como tra­duc­tor lite­ra­rio, Kovac­sics ya ha sido galar­do­na­do con el Pre­mio Nacio­nal de Tra­duc­ción de Aus­tria (2010), así como con el Gran Pre­mio de Tra­duc­ción Lite­ra­ria Balas­si en Hun­gría (2017).

Adan Kovac­sics ha publi­ca­do un sin­nú­me­ro de artícu­los sobre lite­ra­tu­ra aus­tría­ca y hún­ga­ra. En sus ensa­yos, tra­ta tam­bién la pro­ble­má­ti­ca de la len­gua en el siglo XX: Gue­rra y len­gua­je (2007), Karl Kraus en los últi­mos días de la huma­ni­dad (2015). Tam­bién ha publi­ca­do dos libros de fic­ción: El vue­lo de Euro­pa (2016) y Las leyes de la extran­je­ría (2019).
 


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